domingo, 7 de febrero de 2016

JM


A ti te habían hecho daño.
A mí me habían hecho daño.
Nos conocimos.
Pero estabas dolido.
Pero estaba dolida.
Nos gustábamos.
Seguías pensando en ella.
Seguía pensando en él.
Nos utilizamos, supongo.
No pudimos superarlo.
No pude superarlo.
Dejamos de vernos.
Me olvidaste.
Te olvidé.
Nos dio igual.


Pudo haber sido.

Pero no fue.



miércoles, 16 de julio de 2014

Segundas oportunidades nunca fueron buenas

Siempre he sido y seré una de esas personas que necesitan contar las cosas para desahogarse, porque creo que guardarlas para sí mismas hace que duelan más, que la gente no te comprenda.

La verdad es que muchas veces me cuesta entenderte. Es como si fueras bipolar. Y sí, obviamente, querría estar contigo, bien, sin dramas, pero es tan difícil... Podría hacerte una lista de las cosas que me gustan de ti, cosas que a otras personas les parecerían estúpidas, como ese gesto que haces cuando te pasas la mano por el pelo, o cada vez que dices: MIRAAA, y se te escapa como un gallo en la última A, o tu cara de serio cuando echas gasolina y yo te miro embobada desde el coche. Son detalles pequeñísimos por los que yo sí volvería a estar contigo, sin dudarlo. 
Pero luego está tu otra parte, la que se comporta como un energúmeno cada vez que te hablo como si te molestara, como si todo te diera igual. Esa parte que a la mínima me dice que está agobiado, que aparta de su lado a las personas que le importan, que cuando se cabrea la paga con el mundo entero.
Y supongo que si yo seguía aquí y no me había ido es porque tenía la esperanza de que algún día entiendas que personas como yo, que te aguanten tus manías y tus reglas, hay muy pocas.

Escribo todo esto para decirte que ya no puedo más. Que ya no me pregunto por qué con otras tías sí funcionó y conmigo no. Que ya no me culpo por nuestra ruptura. 
Obviamente, durante este tiempo estuve con otro tíos también, y ni te imaginas la de veces que lloré porque no podía estar con otra persona y no pensar en ti. Ni la de veces que pensé: no es igual. 

Y ojalá algún día puedas llegar a sentir por alguien lo que yo siento cada vez que me miras, cuando se te ponga el corazón en la boca, cuando tiembles sin ninguna razón y cuando pases noches enteras sin dormir por haber discutido, y echarás huevos y harás lo que sea para que esa persona siga en tu vida. entonces vas a acordarte de mí, y entenderás por qué hice lo que hice en su día, y sobretodo, por qué lo sigo haciendo...
Que muchas cosas cambian en un año. Que yo no estoy preparada para dejarte volver. Que siempre serás una parte importante de mi vida, y que si desapareces, se quedarán solo los buenos momentos.
Que te estoy superando, que ya no lloro por ti. Que sé que llegará un día en el que pueda hablar de ti sin que se me encharquen los ojos y se me encoja el corazón. 

Gracias, por enseñarme algo que ya sabía pero en lo que no creía: "Segundas oportunidades nunca fueron buenas".







viernes, 2 de mayo de 2014





No estoy para nadie, no estoy en tu piel, ya no estoy...


Salto a los charcos, quemo el portal. 
No es igual, no es igual, no es igual.
Ya no me parto la cabeza en el bar. 
No es igual, no es igual, no es igual.


No es igual que te marches, no es igual que no estés.

martes, 22 de abril de 2014

"Memorizing him was as easy as knowing all the words to your old favorite song".

jueves, 13 de marzo de 2014

Me da igual

Una llamada, un mensajito. Vienes a recogerme, me subo a tu coche. Y entonces... de nuevo la misma discusión de siempre.
 ¿A dónde vamos hoy? —me preguntas.
—No sé, me da igual. Donde tú quieras.
Ya estamos, Sandra... nunca sabes a dónde ir. Todos los días igual.
— Es que me da igual, de verdad.¡A cualquier sitio!
—Pues nada, hoy decidiré yo, como siempre.


Y yo me callaba. Me callaba y nunca decía nada. Pues claro que me daba igual a dónde ir. Me daba igual con tal de estar contigo. Y eso es algo que tú nunca entendiste. Y por eso ahora, cuando quedo con alguien, siempre decido a dónde ir.


En cuántas cosas me has cambiado...










viernes, 20 de diciembre de 2013

De cómo el amor nos vuelve psicópatas.

Las madrugadas para escribir son idóneas. Todo el mundo duerme y el silencio invade la casa. Lo único que se oye es el sonido procedente de los cascos del reproductor de música. No sé qué escuchar. Qué mas da, dejémoslo al azar. Pulso el botón de "aleatorio" y me pongo a pensar. Esta vez suena Let her go de Passenger, y cómo no, pienso en ti.

Pienso en que...


-Ha pasado tanto tiempo y yo sigo aquí como si todo y tú ahí como si nada.
-He perdido la cuenta de los Meganes que he contado esperando que seas tú.
-No sé con quién hablar ni qué hacer cada vez que te echo de menos.
-Cada vez que alguien me pregunta por ti me rompo un poquito más por dentro.
-Sardina ya no es mi playa preferida. Ya no tengo playa preferida, ¿sabes?
-Mis canciones favoritas ya no lo son tanto.
-Soy incapaz de borrar tus fotos, mensajes, vídeos, notitas, etc, porque si lo hiciera, sería como borrarte a ti definitivamente.
-El helado ya no cura mis penas. Y la verdad es que nadie se puede imaginar cuán grave es eso para mí.
-Hasta los atardeceres más bonitos en Agaete se han vuelto odiosos.
-Cuando me acuerdo de ti intento pensar en lo malo, pero lo bueno siempre acaba superponiéndose.
-No he vuelto a besar a nadie más. Ni a querer, ni a dejarme querer. Ni siquiera a dejar que entren en mi vida... no como lo hiciste tú.
-Tampoco he vuelto a dejar que nadie, absolutamente nadie, coma ni beba en mi coche. Y que, como ya sabes, a ti sí te dejaría...
-Siempre que paso por la rotonda que lleva a tu casa no puedo evitar echar la vista hacia arriba, por si algún casual apareces, pero la realidad es que nunca lo haces.
-De tanto buscarte en cualquier parte he llegado a darme cuenta de que la marca "Audi" es tu nombre si le quitas una vocal. Y claro, eso ya es de loca, así que supongo que a esta parte de mi vida la titularé "de cómo el amor nos vuelve psicópatas".

No sé realmente por qué te he vuelto a escribir, ni siquiera creo que llegues a leerlo, pero como ya dijo Arthur Miller: "la mejor forma de olvidar a una mujer es convertirla en literatura". Quizá sea aplicable también a los hombres, de modo que eso estoy tratando de hacer. Convertirte en unas simples palabras, para que de alguna manera, dejes de dolerme.











lunes, 28 de enero de 2013

Hay días y días.

 Hay días en los que las horas pasan volando, y días en que unos simples minutos me parecen eternos. Hay días en los que te llamo primero, y días en los que me hago la difícil y espero a que tú des el paso. Hay días en los que me pinto las uñas de rojo, y días en las que me las pinto rosadas. Hay días en los que no tengo hambre, y días en los que me comería una vaca si me la ponen delante.

Pero hoy es un día diferente. Hoy es un día de esos en los que, si te pones la chaqueta tienes calor pero en cambio, si te la quitas, tienes frío. Hoy he contado los días que llevo sin verte, y me he dado cuenta de que son demasiados.  Hoy he perdido la cuenta de las veces que he pensado en ti, porque son tantas que no se pueden contar. Hoy (y siempre) me hago la misma pregunta: ¿estarás pensando tú también en mí? Y entonces, no sé ni por qué, he hecho una lista con las cosas que me faltaron por decirte. 

Deberías saber que tardo el triple más en olvidar que en acostumbrarme a alguien. Lo voy a llamar "confianza", porque verás, para mí, confianza es lo que me diste. Confianza para poder contarte todo, desde una tontería sin importancia a asuntos de más gravedad. Confianza para hablar seriamente y a la vez para sonreír por cualquier motivo, por muy pequeño que fuera.

A veces llegué a pensar que tenías un indicador que te avisaba cada vez que yo me sentía mal, porque aparecías de la nada, como si ya supieras que te necesitaba aquí, en  ese momento determinado. Pero, ¿sabes qué pasa? Que yo no quiero que me salves, no así, no quiero un héroe ocasional.

Y qué te voy a contar, si tú me conoces mejor que nadie...
Y de cuántas personas me colgué para intentar reemplazarte...







lunes, 18 de junio de 2012

Futuro? Eso qué es? (II)

Y de nuevo estoy ante la mayor encrucijada de todas. 
Es cierto que durante toda mi vida he sido una indecisa, cambiando de opinión cada vez que salía el sol. Hace cinco minutos quería comer pollo, ahora pizza, luego querré tortilla...
Por eso, más aún me cuesta decidir sobre mi futuro. Acerca de la típica pregunta de: "-¿Qué quieres ser de mayor?" Nunca tuve una respuesta exacta. Ni astronauta, ni profesora, ni taxista, ni albañil, ni dependienta de un todo a cien, ni saxofonista en el Metro, ni vendedora de perritos calientes en un puesto ambulante...
Supongo que me daba igual.
La idea que me han inducido ahora se remonta a un intento frustrado de mi madre de ejercer la profesión que estudió en su país natal. Eran otros tiempos, y al trasladarse a otro país, y no tener dominio del idioma extranjero, no le fue posible la convalidación de la carrera. 
Por extraño que parezca, yo nunca tuve la intención de ser como ella. No quería que viera reflejada en mí lo que ella no pudo ser. 
Puede que por eso mismo al final me decantara por el Doble grado, cuando en realidad sabía que acabaría dejándolo, pero, por no darle la razón, decidí probar.
Se supone que este año "entraré", (y lo pongo entre comillas porque hasta eso es incierto todavía...) y al final terminaré estudiando lo que ella quería desde un principio. Le diría un rascado: "tenías razón", pero me lo ahorraré. 
Así que, por si las moscas, lo dejo escrito, para volver a releerlo cada vez que intente cambiar nuevamente de opinión o tirar la toalla. Que se acabó el "voy a probar". Que esto es serio. No puedo estar perdiendo más años porque sí, por no tener las ideas claras. 


sábado, 28 de abril de 2012

I got no faith, I got no hope, I only get me.

Sábado. 6am. Camino apresuradamente por las calles semivacías. Hace frío. No llevo chaqueta, joder. Mi paso es comparable a la velocidad de la luz. Distingo a varios ancianitos dando su paseo matutino. Pienso en mi abuela. Ella también se despertaba pronto. Me llega un olor a churros y chocolate recién hechos. Tengo hambre. Se me cruza un gato negro. Suerte que no soy supersticiosa. Sigo mi recorrido. Me duelen los pies. Maldigo al inventor/a de los tacones. Cruel persona la que quiso que las mujeres sufriéramos (más aún, como si el parto no fuera suficiente). Llego a mi casa. Busco las llaves entre el millón de cosas que hay en mi bolso. Abro la puerta cuidadosamente, intento no hacer ruido. No lo logro. Lo de silenciosa no es lo mío. Mi padre está despierto. Me mira. No dice nada. Subo las escaleras. Oigo pasos que se acercan. Ahora no...-pienso. Discuto con mi madre. Me encierro en mi habitación de un portazo. Pongo la radio. Me desvisto. Me tumbo en la cama. Cierro los ojos. Suena "M-Clan". Me acuerdo de ti.